domingo, 18 de agosto de 2013

EL COMPLICADO CASO DEL POLICÍA SÁNCHEZ

EL COMPLICADO CASO DEL POLICÍA SÁNCHEZ





Como cada mañana, el señor Sánchez, se levantó muy temprano. Suponía que aquél iba a ser un día normal, si es que cualquier día de su estancia en aquel nuevo destino podía tener ese calificativo. Miro tu teléfono y no encontró nada importante. Le resultaba extraño ya que se levantaba siempre con uno o dos mensajes insultantes de una extraña voz femenina llenos de lindezas como “incompetente, estafador, inútil” y epítetos similares. Se vistió con su uniforme de policía local y salió a la calle a hacer la compra diaria. Tras siete meses viviendo allí, maldecía la hora en que decidió dejar la ciudad para venir al pueblo de sus padres. Iba hacia la frutería de Gregorio cuando vio un tumulto de gente apelotonada en la tienda. Corrió a ver lo que pasaba. 

- ¡Todos los del pueblo encontraremos al culpable!- gritaba una señora- ¡No nos hace falta la policía! 
- ¡Como sigan así, acabarán con el pueblo!- sollozaba un hombre mientras que se echaba las manos a la cabeza. 

El señor Sánchez entendió perfectamente de lo que se trataba: habían secuestrado a otra niña en el pueblo. Ahora le había tocado a la hija del pescadero. Era la tercera y el "modus operandi" repetía el mismo patrón que en los anteriores casos; todos iguales: las mismas pistas, pero sin dejar rastro alguno, con víctimas de dieciocho y diecinueve años. Las niñas habían sido retenidas durante dos días y después encontradas sin vida en distintos puntos del término municipal. Todas las víctimas tenían algo en común: eran rubias y pertenecían al mismo grupo de amigas. Sánchez caminó hacia su despacho visiblemente preocupado y se sentó en la silla, esperando a que la multitud alcanzase su despacho. No se sentía orgulloso porque aún no tenía nada. Esta vez no vino nadie. Sacó de su cajón el mapa del pueblo con todas las anotaciones acumuladas en aquel complicado y difícil año. Con puntos rojos estaban los lugares dónde el asesino había dejado los cuerpos; luego, con "post- it" había acumulado anotaciones con información de las víctimas y las pistas que se habían encontrado en los lugares de los hechos. La primera chica, Laura, era hija del dueño del único bar del pueblo. No se había encontrado nada en la escena del crimen, sólo el cuerpo en la cuneta de la carretera a un kilómetro de la discoteca con signos de violencia. La segunda chica, Amanda, era hija de un matrimonio noruego y tampoco había pistas aunque esta vez se pudieron hacer fotos de las huellas encontradas dado que el buen tiempo había impedido que la lluvia las borrase. La última vez que la vieron con vida fue en el parque sentada en un banco. 

-Tiene que venir, el pueblo está muy enfadado - entró corriendo su pequeño ayudante, un chico novato de dieciocho años que llevaba muy poco tiempo con él. 
- ¡Vamos, este caso no se nos puede ir de las manos¡ - dijo el policía, saltando de la silla con un respingo y visiblemente alterado. 

Ambos corrieron hacia la pescadería y entraron dando un portazo.A apartó al dueño enseñando su placa y subió por las escaleras hacia la habitación de la chica para registrar los mismos cajones en busca de alguna pista que antes se le hubiera escapado. Esta vez tampoco encontró nada. Todo estaba en orden como si la chica no hubiera salido del pueblo. Abatido y desesperado, se sentó en una silla maldiciendo al asesino y su mala suerte. Parecía un agente novato. El pescadero apareció por la puerta. 

-¿Cuándo desapareció?- preguntó al pescadero. 
- Esta mañana no estaba en su cama, ayer se acostó pronto- dijo el abatido padre. 
-Todo esto es muy raro, no encuentro una relación entre los otros casos, salvo el hecho de que sean amigas. No se trata de una fuga ya que el móvil y la cartera aparecen en el cuarto- explicó el policía- No podemos descartar ninguna hipótesis, lo importante es actuar rápidamente para encontrarla con vida. 
- Le aconsejó, señor, que vaya a hablar con las chicas restantes del grupo -dijo el ayudante- no hay duda de que se trata de un asesinato en serie. 
- Hablaré con ellas, pero será inútil: me dirán lo mismo que la última vez-suspiró- No descarto que sea un asesino vengativo, ¿pero qué negocios turbios puede haber en un pueblo pequeño como este si aquí la última historia criminal conocida fue cuando se tiraron de los pelos Ramona con "la Blasa"? 

El ayudante se despidió de su superior para seguir calmando a la gente. Sánchez llamó a la puerta de la casa de una de las chicas. La madre lo recibió con amabilidad y le indicó el piso de arriba, la última puerta a la derecha. Subió por las escaleras hacia la habitación y encontró en ella a dos amigas de la desaparecida. Tenían cara de preocupación cuando el policía entró. Pacientemente se sentó en una silla y les sugirió que contasen la verdad, pero se negaron muy asustadas. El policía, disimuladamente, lanzó una mirada sobre los objetos de la sala buscando alguna pista y descubrió sobre la cama tres bolsos. Intuyó que había más de dos personas allí dentro. Caminó hacia el armario y lo abrió: encontró en el a la chica del pescadero acurrucada y dormida. El policía volvió a cerrar la puerta, las dos chicas se miraron con cara de susto. 

- ¡¿Qué está pasando aquí, qué hace ella ahí?!- grito desencajado Sánchez. 
-Vino aquí anoche. Se sentía sola- pudo musitar entre dientes la hija del dueño de la casa.. 
- ¡Creíamos que estaba secuestrada! ¿Os dais cuenta de la irresponsabilidad que habéis cometido? - dijo, fuera de sus casillas. 
- Necesitaba ayuda y ayer estuvieron a punto de cogerla- gritaron entre sollozos las chicas. 
- ¿Quién?- preguntó el policía- ¿Sus padres? 
- Él.- sacaron una foto del cajón- Ha estado persiguiéndola con sus amigos. 
-No lo entiendo. ¿Por qué?- el policía se echó las manos a la cabeza. 
-Quieren que pague por lo que ha estado diciendo. Como no pudo resistir más nos confesó que el chico la estaba sometiendo a malos tratos y que la tenía atemorizada. Confiaba en que se marchasen fuera del pueblo él y sus amigos, pero no lo hicieron y la acosaban con toda clase de amenazas por teléfono aunque no nos dijo más - respondieron las amigas. 

Sánchez comenzaba a entenderlo todo. Por primera vez veía una luz sobre aquellos casos inexplicables en un pueblo sencillo. Se puso en contacto con la policía judicial que había estado investigando en el pueblo. Juntos interrogaron al grupo de muchachos hasta que uno de ellos "canto" asustado. Aquella banda había matado a Laura cuando, a la salida de la discoteca, la habían retenido para burlarse de ella y, en el forcejeo, había caído hacia atrás, golpeándose contra una roca. Amanda y Julia, la hija del pescadero, habían estado junto a su amiga toda la tarde y la habían visto hablando con ese muchacho de apariencia poco recomendable y al que la chica había rechazado, alejándose de muy mal humor y en actitud violenta. Una vez muerta, el grupo de muchachos, se había asustado y la habían llevado con su coche a las afueras del pueblo en donde la habían dejado tirada, simulando un accidente. El caso de Amanda estaba relacionado ya que les había amenazado con denunciarlos si ellos no contaban a la policía todo lo que sabían y para ello les había citado en el parque. El macarra del grupo se había puesto nervioso y la había estrangulado. Desde allí, habían llevado arrastrando su cuerpo, pero no habían sido cautos y no habían borrado las huellas de sus deportivas que les delataban ni tampoco el rastro de los pies de la chica arañando el suelo en su traslado. Luego la habían hecho desaparecer en un pozo de una finca cercana. Julia era la tercera. Sentía miedo porque, aunque no había hablado con su amiga de lo sucedido a Laura, sabía que podía tener una relación y los chicos la vigilaban. No se atrevía a confesar sus miedos y su interés era que se alejaran de ella, pero habían pasado muchos meses y los chicos, cada vez más confiados, allí continuaban. 


Juan Sánchez, el policía local, respiró tranquilo. Se sentía satisfecho; había sido el peor caso que había tenido que llevar en su vida. Jamás hubiera pensado que en un pueblo pudieran ocurrir esos hechos que parecían de película de misterio. Y eso que había pedido el traslado huyendo de la conflictividad de Madrid, como punto final de su carrera. "Los del C.S.I. no eran tan profesionales" se dijo a sí mismo muy orgulloso.

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