LA NECESIDAD DE DEBERES ESCOLARES DE TARDE EN LA EDUCACIÓN SECUNDARIA
La enseñanza comprensiva no es buena ni mala "per se" sino que depende muchas veces de la interpretación que hagamos de ella. Desde algunos sectores ligados a la enseñanza se propugna ahora la desaparición de los deberes escolares, siguiendo el modelo del sistema educativo francés en el cual estos se han suprimido oficialmente aunque en la práctica son muchos los profesores que siguen usando esta herramienta de aprendizaje haciendo caso omiso a las instrucciones, según he tenido ocasión de leer recientemente. La desaparición de los deberes escolares es defendida por la asociación de padres CEAPA que con esta medida busca, según dice, democratizar la enseñanza, evitando que se ahonden las desigualdades sociales entre alumnos con posibilidad de tener profesor o padres instruidos, permitirles la práctica de actividades deportivas y evitar la sobrecarga para conseguir que las tardes sean un momento para el ocio y las relaciones personales. Consideran que la escuela no responde adecuadamente de este modo a las necesidades educativas y representan en gran medida la prueba evidente del fracaso del sistema educativo actual.
Sin embargo, todo estas aseveraciones se caen por su propio si nos atenemos a la realidad (y no a la teoría de lo que nos gustaría que fuera) porque si en las aulas tuviéramos alumnos brillantes con similares grados de motivación, de maduración y de nivel el problema estaría resuelto: esta situación permitiría que en el tiempo escolar cumpliéramos los temarios y que todos salieran con las competencias básicas (palabra que ahora está de moda) o los indicadores (más nuevas aún) o los objetivos (la que más me gusta) totalmente conseguidos. Sin embargo, como no es así, y las aulas no son lugares idílicos donde los niveles son dispersos y los intereses divergentes, las tareas fuera del aula se convierten en una herramienta indispensable para conseguir que esos objetivos sean alcanzados por la mayor parte de nuestros alumnos.
Lógicamente no se trata de sobrecargarles con actividades de ampliación, que les lleven a ocupar la mayor parte de la tarde, sino de promover actividades relacionadas con el temario visto durante la mañana, que le ayuden a una asimilación pausada y a la reflexión de esos mismos en la tranquilidad de su casa porque de la práctica y de la repetición se obtiene el aprendizaje. Los alumnos se han de comprometer en la tarea y hacer del trabajo y del esfuerzo una pieza fundamental en el aprendizaje para la vida: esa vida en la que no siempre van a encontrar un mundo idílico sino frustraciones y problemas que van a tener que afrontar (aquí entraríamos en otro debate sobre los mundos felices que plantea la enseñanza igualitaria, pero ese es tema de otro cantar).
Por otra parte, se trata de que los alumnos en esa labor de tarde recuerden y al día siguiente consulten sus dudas al profesor a través de la corrección de las mismas que les ayuden en la labor de asimilación. Si no fuera así y nos limitásemos al trabajo del aula, los temarios quedarían en la mitad y ese trabajo de reflexión personal habría de hacerse dentro del aula con la consiguiente lentitud en los aprendizaje y el sistemático incumplimiento del currículo que obligaría a un nuevo replanteamiento y una nueva bajada en el listón de esas competencia que todos deberían de alcanzar. La no realización de estas actividades ahondaría la brecha entre los diversos alumnos dado que los más brillantes estarían en ventaja para la asimilación rápida de esos objetivos a través de lo hecho en clase mientras que los alumnos menos preparados quedarían descolgados.
Sobre la idea de que las actividades escolares les quitan tiempo de ocio no es necesariamente verdadera porque los intereses de cada alumno son diversos y no todos ven en el deporte y en la actividad extraescolar esos beneficios que habría que demostrar (lógicamente los beneficios reales dependen de la calidad y el tipo de actividad).Algunos padres llegan a saturar a sus hijos de actividades extraescolares, a veces sin fundamento, y otros tampoco tienen los recursos necesarios para poderlas realizar porque muchas de calidad son costosas y necesitan también de la asistencia de los progenitores para el desplazamiento y la intendencia. De cualquier modo, aunque las ventajas de algunas sean evidentes (yo también lo veo así), no creo que dos horas de tareas diarias en casa impidan su realización. Esa sería la rutina mínima diaria para que el alumno de educación Secundaria se disciplinase y adquiera hábitos que tan bien le pueden venir en su vida futura. La tarde es muy larga y da para todo lo demás: si el alumno sale del instituto a las dos y media a las cuatro ha comido y está listo para el resto de la tarde; si se acuesta a las once le quedan muchas horas a diario para dedicar a su vida personal: actividades deportivas, culturales o de esparcimiento, que también contribuyen a su desarrollo personal.Otra cosa muy diferente es que algunos alumnos hagan de la educación en su vida algo marginal.
Alude la CEAPA a la tensiones que se crean entre los progenitores porque salen tarde para trabajar y no disponen de tiempo. Pero este no es un problema en cuanto a los deberes porque con lo recibido por la mañana sería suficiente para poderlas realizar y si es un problema para el alumno en si mismo porque le crea sensación de soledad y de abandono,de falta de atención y le dispersa en asuntos que, en ocasiones, pueden ser un peligro para él como un exceso de tiempo en las redes sociales o en temas complejos de Internet. Esa si que es una grave responsabilidad de los padres, que cuanto antes deberían de atajar buscando soluciones reales, siempre particulares según el caso de cada uno.
Que los deberes sólo estén constituidos por una formación complementaria, con el apoyo de las bibliotecas, museos, asociaciones y recursos del entorno escolar, con actividades relacionadas con la lectura, la investigación y la utilización de las tecnologías de la información y la comunicación no es nada novedoso porque muchas de las actividades escolares que se plantean en las aulas tienen esos componentes aunque creo que la propuesta de la CEAPA tiene un componente teórico muy importante que va por otro camino y que parece desconocerla realidad escolar. La oferta que propone la asociación de planes de acompañamiento en Primaria y PROA en Secundaria ya se han experimentado en la región y (al menos en Secundaria y desde mi punto de vista porque he estado directamente implicado en ellos) han sido y son un fracaso total al chocar con una realidad que no está relacionada con la mayor o menor inversión económica sino con situaciones que la CEAPA parece ignorar. Las soluciones teóricas que propone sólo están cargadas de buena voluntad: reformar el currículo para establecer una enseñanza más motivadora, práctica y centrada en la adquisición de las competencias básicas me parece bien porque desde la Ley General de Educación de 1970 este es el objetivo de la enseñanza y los profesionales en la E. Secundaría actual se lo plantean en su práctica diaria. Desde hace treinta años que llevo en la enseñanza no paro de escuchar ese cantar como si con sólo pronunciar esas tres palabras todo se pudiera arreglar.
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