Teatro Real de Madrid (en la plaza de Oriente) |
Interior del Teatro Real |
El día 3 de julio asistí en el Teatro Real de Madrid a la que se considera por algunos la mejor ópera de Verdi: “La messa da réquiem” que se estrenó en Milán en 1874, coincidiendo con la muerte de Alessandro Manzoni, uno de los más grandes poetas y escritores italianos y héroe del Risorgimento, al que se homenajeo con esta obra. La obra está compuesta por siete piezas (Requiem, días irae, ofertorio, sanctus, agnus dei, luz aeterna, libera me) en las que plasma su preocupación por la muerte, el interrogante que se abre frente a ese misterio y la búsqueda del sentido de la vida.
Las entradas, muy caras en el patio de butacas (133 euros por persona), las encontramos a la mitad de precio en las ofertas que hace el Santander los miércoles. Aunque el calor desanimaba cualquier salida de casa, el deseo de ver una representación con mayúsculas en ese templo de la música que es el Teatro Real, no puso en marcha. La obra colmo todas y cada una de mis expectativas: yo, que soy un lego en música clásica, quiero decir que jamás he asistido a una obra de semejante belleza. Nunca mejor ocasión para entender lo que era una orquesta en la que todos los instrumentos y voces parecían como se hubieran puesto de acuerdo. Hubo momentos, cuando los coros (el coro de la de la comunidad de Madrid y el titular del Teatro Real con más de cien cantantes dirigidos por el argentino Andrés Maspero) actuaban en conjunto con los solistas y la orquesta, que se ponían los pelos de punta. La obra me pareció sorprendente y técnicamente perfecta y acabo con la salida el director y los cantantes hasta por seis veces a saludar al público que les ovacionaba en pie y aplaudía sin parar.
Increíble éxito del genial director griego Teodor Currentzis (increíble en su movimiento corporal, que se expresaba con la música, como si la música estuviera dentro de su cuerpo y de ahí saliera) y de un plantel de primerísimas figuras del bel canto con las divas Lianna Haroutounian (soprano), Violeta Urmana (mezzosoprano lituana), y los cantantes Jorge de León (tenor canario) e Ildebrando D´Arcangelo (bajo italiano).
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