domingo, 25 de marzo de 2012

REFLEXIONES
EL MODELO EDUCATIVO FINÉS Y LA MEDIA VERDAD DEL FRACASO ESCOLAR



Está muy de moda en los medios hablar del fracaso escolar y buscar culpables de modo ingenuo en el sistema educativo y más concretamente en el profesorado de cualquier nivel. Para ello, alaban las excelencias del sistema educativo finés y lo muestran como epítome de modelo, ensalzando la alta preparación de sus maestros, las tareas ligeras para casa o la baja tasa de fracaso escolar, que ronda el 9,8%, situándose en el tercer lugar del mundo. En contraposición, critican el modelo español, el llamado Logse, su alta tasa de fracaso escolar (26,5%), que nos sitúa en el  puesto 33, y la escasa eficiencia de éste, dado que el número de horas lectivas es muy superior al de aquel.
Los periodistas que así escriben no pasan de hacer un análisis simplista de la realidad escolar. Hay muchas variables que considerar, cuando se trata el tema con rigurosidad, que nos adentran en un fracaso que no es tan claro, y si lo fuera, habría que pensar en el fracaso general de la sociedad española como modelo social.
Una factor determinante que marca las estadísticas es el alto numero de alumnos inmigrantes de países pobres que han llegado con un muy deficiente nivel curricular y que, en su mayoría, pasan a engrosar las estadísticas del fracaso escolar. Integrados de manera prematura en el sistema general con desconocimiento del idioma en aras de la ineficiente y falsa no segregación social se les matricula en cursos en los que suelen estar perdidos en los que se imparten materias muy por encima de su nivel real. Otros, sin embargo, llegan a la secundaria con muchos cursos de escolarización en Primaria, pero estamos ante alumnos cuyos intereses son diferentes a los de los nativos y en muchos casos no cuentan con ninguna ayuda familiar, con padres escasamente preparados y desconocedores del idioma. Los teóricos no establecen cursos puente, les colocan la etiqueta de "acneaes" y asisten al aula de apoyo con regularidad,  pero eso no palía su fracaso escolar.
Un segundo factor y muy importante es la falta de apoyo que la educación tiene en la sociedad española actual. En los últimos años, desde los medios de comunicación se ha difundido la idea del ocio y la fiesta como formas de vida preferentes de la juventud. Hemos exportado con regocijo por toda Europa algo tan genuino como el botellón y en las series de tv, ajenas a cualquier realidad, se imponían modelos de alumno-profesor altamente disruptivos para la realidad escolar y que ha llevado al alumno a la indolencia o a la indisciplina, y al docente, a la pérdida de autoridad.
Existe un tercer factor ligado también al modelo de crecimiento y de promoción en la sociedad española actual. Se han impuesto valores que nos transmitían la idea de que ésta no estaba ligada a la formación académica e intelectual sino más bien al trabajo fácil, dado que cualquier obrero no cualificado o promotor con cierta astucia personal podía alcanzar mucho mas que cualquier titulado universitario y ello sin tener que pasar por el duro, arduo y largo trabajo del estudio y la formación. Todo esa falta de trabajo y de motivación han llevado al sistema a bajar los niveles de exigencia, cuya expresión y escandaloso extremo es la titulación en Educación Secundaria a través del PCPI. Las autoridades educativas han animado de manera explicita esta bajada de niveles al exigir al profesorado, como espada de Damocles, el 75% de aprobados en cada curso con la idea perversa de que tasas menores son de su exclusiva responsabilidad (si se le  pregunta a la inspección por este asunto, con toda seguridad lo negará).
El modelo de ocio y de televisión tiene su parte de responsabilidad. Una programación ociosa que se prolonga hasta altas horas de la noche en su "prime time", unas redes sociales que quitan tiempo al trabajo y nos sumergen en un estilo de vida irreal, la existencia de ordenadores y televisores en los dormitorios infantiles y juveniles  son también factores a considerar, al igual que el estilo de vida "español" muy de calle, de buen clima y de ruido permanente, que se convierte en un hándicap a la hora de facilitar el trabajo y la atención.
Y por último, unos programas educativos anticuados, excesivamente rígidos y doctrinarios que impiden afrontar la nueva situación del alumnado español en cuanto a gustos e intereses y dan la espalda a la realidad. No se entiende que se mantengan en un aula alumnos con tan grandes diferencias de nivel, esperando un milagro que no se da, ni que el sistema mantenga a alumnos objetores y desmotivados hasta los 16 años, degradando de manera consciente el ambiente escolar y su calidad. Habría que implantar de una vez por todas una Formación Profesional más realista, a mas temprana edad y ligada más al mundo empresarial que a la pura teoría de los centros educativos. También un hándicap está en las clases excesivamente teóricas y enciclopedísticas no porque no tengan valor en sí mismas sino porque son poco motivadoras y enlazan mal con los intereses del escolar actual.
Aunque el análisis daría para más, acabo ya indicando que los sistemas no son extrapolables, que la implantación de tal o cual modelo con éxito en un determinado lugar habría de llevar emparejado un cambio de la mentalidad y de los comportamientos sociales  y que la mayoría de los modelos actuales no son malos o buenos "per se" sino que dependen de la sociedad en la que se quieren aplicar. Sería necesario huir de esas actitudes excesivamente doctrinarias que se oponen radicalmente a cualquier cambio de esta enseñanza "igualitaria" que antepone la supuesta felicidad del alumno a la búsqueda de la formación completa y el éxito profesional. En las manos de los políticos y los teóricos está pero me temo que con los análisis que se hacen, la situación se va a perpetuar.

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